Para contar a bebés hay que ser sincero con uno mismo, respirar tranquilo, no sentirse con ganas de huir si algún llanto inunda la sala… (ese llanto puede ser: por un gassssssssss, la dentición, un mal dormir, que el bebé se sienta melancólico, que le asuste ese gentío, que no le guste el espacio…, no te sientas un contador -monstruoso).
Para contar a bebés hay que entrar en su tempo de caracol, sin prisa pero sin pausa, aceptando que llueva o haga sol, que sea lunes o domingo… no pasa nada y pasa todo. Sorprenderse con el auditorio, divertirse, jugar y por qué no, también llorar. Aunque tengo que decir que sentir la carcajada de un bebé cuando estás contando, para mí es un regalo de los dioses, un maná… qué digo maná, es un manamaná tuturuturuuu.
Para contar a bebés hay que desempolvar la intuición y poner la empatía a máxima potencia.