domingo, 12 de enero de 2014

Por culpa de una moneda

Gracias a la Librería Ixena de La Almunia pudimos conocer a Severino Pallaruelo y su obra, pues Sergio invitó a nuestro grupo de lectura Leer Juntos Alpartir a presentar su último libro, Ruido de zuecos, editado por Xordica.


Así, en uno de los relatos que recoge su libro Pirineos, tristes montes encontramos una definición muy acertada de lo que es un narrador oral y que dedicamos a todos aquellos narradores que han pasado por nuestra escuela, incluyendo a Severino Pallaruelo, y especialmente a Pep Bruno:
Parece que queda mejor llamarse confereciante que trovador y narrador, pero es más agradecido el segundo oficio. Lo digo porque las leyendas y los cuentos son los que iluminan los rostros de quienes escuchan mientras permanecen absortos, unidos al relator por unos invisibles hilos que transmiten a la mente del oyente las imágenes, las acciones y hasta los sentimientos del que narra las historias. Parece un juego de hipnosis colectiva en el que el hipnotizador y los hipnotizados ejercen influencias recíprocas y mudan sus papeles. Capta el que habla el estado del auditorio, ve crecer su interés y conoce cuándo se hallan completamente sumergidos en el tema. La constatación -involuntaria, no buscada, pero perceptible- de esa especie de clímax comunicativo, anima al orador que de este modo sube un peldaño más en la escalera de la comunicación. Entonces cada palabra, cada gesto del que habla llega al destino buscado en la mente de los que escuchan. A veces, se consigue una sintonía tan perfecta que resulta difícil saber desde que banda se mueven los hilos que unen ambas partes.
Por culpa de una moneda

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