
Rasi, la mascota de la pandilla de la ardilla, ha perdido una avellana que escondió en el patio del colegio. Después de mucho rebuscar, y con ayuda de sus amigos de la pandilla, se da cuenta de que la avellana se ha convertido en una planta de avellano. A Rasi le encanta pensar que ese árbol crecerá hasta que se convierta en su propio hogar. El resto de los niños de la pandilla piensan que, tal y como le ha ocurrido a Rasi, los sueños pueden hacerse realidad, así que cada uno sueña con lo que más le gusta.
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